viernes, 8 de julio de 2011

Hypnosis (V)

No tenía ganas de subir ahí arriba otra vez, y Kattie cada vez se ponía más y más furiosa.
Me levanté, y volví al stage, tal y como me decía todo el mundo. Cuando llegué las voces de los fans se metieron en mi cabeza, y entonces fue cuando, mirándome a los pies, me di cuenta de dónde estaba el fallo.
No llevaba guitarra. Me la había dejado dentro, así que, mirando a Collin, el chico del sonido, y haciéndole unos movimientos de muñeca, me lanzó la Fender, la cual cogí con todas mis ganas para darlo todo.
La gente estaba alterada, pensé que creerían que me iba a quedar ahí tirado, dejando a mi grupo y al concierto de lado. No lo iba a hacer, por lo menos hoy. Ese era mi día, y después del concierto ya podría hacer lo que me diera la gana, y a la mierda con todo aquello que decía mi padre de que no conseguiría nada con una voz que daba asco y con una guitarra que lo único que hacía era molestar a los vecinos y recibir quejas.
Mi padre... Hacía por lo menos dos o tres años que no nos hablábamos, desde que cumplí los quince y decidí darme a la música, más o menos. Y luego empecé con los petas, ¡qué bronca me cayó aquel día que me miraron a los ojos y lo único que se veía era rojo en lugar de blanco! Me acordaría de ella si hubiese prestado atención, pero para entonces mi madre ya no estaba en casa y a mi padre me lo pasaba por donde quería. Recuerdo que ese día fue mi primer ensayo con HYPNOSIS, éramos todavía unos críos, y ni siquiera nos conocíamos bien. Cada uno llegó de un grupo distinto, y el único que sabía medio cantar era yo. Poco a poco les enseñé a hacer los guturales de cada canción que ensayábamos, y Josh acabó cogiéndolos al vuelo y empezó a ser casi tan bueno como yo en aquello.
Según tocábamos más y más canciones, la gente se ponía más histérica que antes, y nosotros con ellos. Ya me había dejado de marear, creía que la droga dejó de hacer efecto cuando tocamos "Steal my soul again", la séptima del concierto, pero no. Seguía viendo mejor que nunca y el pulso me iba incluso más acelerado que antes. Pero no lo notaba.
Sólo cuando terminamos el concierto y Katt nos dio la enhorabuena a todos vi que tenía que acabar con todo aquello, que cada vez que veía algo relacionado con HYPNOSIS la sangre me hervía. Todo el mundo me miraba en plan: "Tío, lo has conseguido, ¿pero qué coño te ha pasado ahí arriba?". Y Kattie sobre todo.
La recordé sobre el escritorio de mi casa, en mi despacho.
-¿Qué haces Katt?-le había dicho.
-Nick, ya sé que esto está mal, y que los negocios no tienen que juntarse con la vida personal, pero es que tú me gustas de verdad y...
-Ya bueno, pero tú a mí no.
Recuerdo que salí dando un portazo, dejándola dentro aturdida. Al poco rato oí la puerta principal, y entonces supe que había salido al fin de mi casa.
Desde entonces nos tratábamos peor, yo le gritaba cada vez que hacía algo que me enervaba, o incluso cuando no lo hacía. Y ella parecía un gato en celo.
Y fue justo cuando volví al mundo el momento en el que me di cuenta de que Katt me estaba hablando, y no de muy buena manera.
-Eh, tú. Que qué coño te ha pasado ahí arriba.
Lo sabía, no se le podía quedar tranquilamente en los labios.
-Nada, un mareo.
-Y una mierda. Un colocón. ¡Nick, deja las jodidas drogas de una puta vez! ¿Tienes que acabar hecho mierda para que me hagas caso? Aprende a llevar la fama. Aprende a dar un concierto sin un trago antes, sin un peta o sin lo que quiera saberse que hayas hecho -justo entonces me cogió el brazo izquierdo, y miró todas las cicatrices que se me habían quedado de los pinchazos, ella aún no lo sabía-. Donante de sangre, ¿verdad?
Se fue taconeando hasta mi camerino, y la seguí.
-Pero, Katt ¿qué más te da mi vida? ¿Y qué coño haces aquí? -le grité.
-Pues me importas. Tú e HYPNOSIS.
-Claro, y yo me lo trago con patatas. A ti lo que te importa es lo que te pagamos, zorra.
Se quedó quieta, sin decir ni una sola palabra.
-Y si me disculpas, sal de mi camerino, quiero estar solo un rato. Necesito emoción.
No salió, se quedó sentada mirándome.
-Tú lo has querido -dije, me levanté de mi silla y busqué en una caja de la estantería un bote de cristal. Acto seguido me di la vuelta, abrí el armario, cogí el cofre azul y saqué una jeringa con su envoltorio. En la silla de la esquina izquierda estaba tirada la goma, la cogí y me la até al brazo haciendo fuerza con la mano derecha y con la boca para hacer el nudo por encima del codo izquierdo.
Llené la jeringuilla más de lo normal, y mientras miraba a Katt, apretaba el puño y me miraba cómo se me hinchaban las venas azules en el antebrazo. Encontré mi preferida.
-Eso, querida Kattie, va por ti.
Me pinché cerrando los ojos, y entré en un estado que no había conocido anteriormente.

2 comentarios:

  1. gracias por todo lo lindo que escribiste en mi blog, me encanto el tuyo, asique te sigo!! ami tambien me encanta esa cancion, me da mucha paz.
    te espero en mi blog, sos bienvenida siempre.
    un besito ♥

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  2. Es bueno. Me ha gustado.
    Por cierto soy Pérfida
    Un saludo coleguita

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