lunes, 28 de febrero de 2011

Endless

Las cosas quiebran, hay un instante en el que se rompen. A veces para siempre, a veces momentáneamente.
Los estados de ánimo, las amistades, las sonrisas... todo tiene un fin. Pero un fin no siempre es algo malo, tiene dos caras.
Está la cara que siempre vemos. La de "se acabó, no puedo más, me doy por vencido, nunca voy a conseguirlo", y todas esas memeces que se nos pasan por la cabeza. Pensamos que se nos echa el mundo encima, que se nos ha caído el cielo en la cabeza, o yo qué sé. Creemos que hemos tirado la casa por la ventana, que nada volverá a ser lo mismo, como antes, como en los viejos tiempos. Creemos que no hay vuelta atrás y que hagas lo que hagas, lo único que vas a conseguir es empeorar la situación. Pensamos que por mucho que lo intentemos no vamos a cambiar ni una pizca lo que hemos hecho, pensamos que se ahí, en ese final se nos acaba todo, que es el definitivo. Que para qué vivir más sin eso que teníamos antes.
Y luego, está la cara que solemos ocultar, que no nos damos cuenta de que está ahí pero acaba por florecer tarde o temprano. Es esa de "en un final siempre hay un nuevo comienzo". Lo peor de todo es que hacemos como que no existe, como que en un final no hay nada que pueda empezar. Y si lo piensas, siempre que ha acabado algo en tu vida, ha ocurrido algo nuevo. Quizás mejor, quizás no, pero ha pasado.
No podemos anclarnos a lo viejo, pensando que es lo correcto o lo ideal. Tenemos que aspirar a más, no volvernos unos simples pasivos que nada obran por lo novedoso. Hay que apostar por lo raro, por la minoría.
Porque, al fin y al cabo, ¿qué final más que la muerte es definitivo?

domingo, 27 de febrero de 2011

You deserve it ♥

-Espérame aquí –me dijo.

Y, como era una orden, yo esperé sentada, en su silla. Me puse a pensar en cómo habíamos llegado a esa situación, en cómo habíamos llegado a ser tan amigos. En cuándo y por qué habíamos acabado por compartir tanto, por hablar día a día y por ser íntimos. Me quebraba la cabeza con cada frase que decía, intentaba darle vueltas por todos lados, hacer esa idea reversible para sacarle el mayor jugo de información posible. Había noches que me quedaba sin dormir, pensando en eso que me había dicho hacía horas por teléfono, o en eso que me había escrito en la pared de mi perfil. O quizás en eso que pensaba que podría haberle dicho en ese preciso momento, en lugar de poner una carita feliz dando fin a la conversación.

Los minutos pasaban y él no venía, pero no iba a ir a buscarle, porque estábamos en su casa, y yo, concretamente, en su habitación sola, sin televisor encendido, ni radio, ni iPod. Era difícil aburrirse ahí; podía coger uno de sus libros, quizás cotillear en todos sus cajones, o fijarme en el color de las paredes y en cómo estaba decorada la estancia. Pero no, yo me aburría. Quizás era porque todas esas pequeñas cosas ya las había hecho anteriormente en algún momento, aunque él estuviera en la habitación y el iPod, la tele y la radio estuvieran enchufados a la vez dejando la sala llena de ruidos molestos.

Al rato vino, con una camisa negra que antes no llevaba puesta, me tapó los ojos y me llevó a tientas por varias habitaciones hasta que llegamos a la terraza.

-¿Y esto? -pregunté.

-¿Esto? -miró a la ciudad, tranquila, vacía, oscura pero iluminada y silenciosa- Esto te lo mereces, ¿no?

Y suavemente, presionó sus labios contra los míos, no dejando correr entre ellos ni el más mínimo soplo de aire.

sábado, 26 de febrero de 2011

Everything is possible

Hace ya que sostener las miradas se hacía duro y desastroso. Que últimamente, uno de los dos siempre acababa por apartar la vista, y por casualidad, todas las veces que recuerdo era él quien lo hacía. Duró mucho tiempo eso de estar siempre unidos, sigue durando aún.
Cuando no puedes más con nada, siempre hay alguien que está ahí para sacarte una sonrisa. Para decirte lo idiota que eres y para darte una bofetada si es necesario. Para decirte que no hay nadie como tú en este mundo y que vivas la vida, que solo hay una. Para contarte el peor chiste del mundo y hacer de ti una persona moribunda por ese dolor de barriga que provocan risas desmesuradas en tu habitación. Para, justo después, silenciarte, y calmarte diciéndote las cosas más bonitas que hayas podido oír jamás. Para contarte lo que le ha pasado, para mirarte a los ojos sin desconfiar de ti ni una pizca.
Y quizás estés leyendo esto y digas: "qué suerte, yo no tengo una persona así en mi vida". Pues sí la tienes, lo que pasa es que no haces por ver. No hace falta que esta persona sea tu pareja, sabes de sobra que tus amigos están ahí para lo que sea, y te hacen sentir el rey del mundo cuando más lo necesitas. Que tus padres, o quizás tu hermano, siempre van a abrazarte, a darte un beso en la sien y a soltarte diciendo que dejes de ser tan cansino.
Porque todos tenemos una persona que reúna todas esas características. A lo mejor hasta tengas dos, quién sabe. Pero no te falta nadie importante, pase lo que pase sabes que puedes contar con ella, para contarle lo que sea, para llorar en su hombro o para ver una película partiéndote de la risa. No te falta alguien así, y nunca va a faltarte, por muy solo que creas estar.
Y es que, como la mía me dijo, y con muchísima razón, el otro día: Todo es posible.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Magic sun

¿No os habéis dado cuenta?
Hoy el sol, a las ocho de la mañana, bañaba las calles de mi pequeña ciudad, y a su vez a mí. Ha bañado por completo mi ser de felicidad y serenidad total. Por fin se aproxima el buen tiempo. Por fin va a empezar a hacerse de noche más tarde, por fin va a entrar ese rayo de luz por las rendijas de las ya bajadas persianas de mi habitación, llenando la estancia de un aroma cálido de primavera. Por fin va a lucirse una sonrisa en mi cara día a día, pase lo que pase. Significa que "adiós" a las chaquetas y a los abrigos, "hola" camiseta de manga corta. Significa que "vamos a dar una vuelta por el parque", y que "mira qué tarde más buena hace, ¿quedamos?". Por fin voy a poder cerrar los ojos y ver otro color que no sea negro, por fin voy a reír hasta más no poder, hasta que una lágrima caiga de mis ojos por el dolor de barriga.
Pero también hay gente a la que una brizna de sol no le hace feliz, no le da las fuerzas suficientes como para seguir andando por el camino recto. Hay gente a la que le empujan fuera y se mancha los zapatos, hay gente que se cae sin que sea su culpa, y también gente que tropieza una y otra vez con la misma piedra mal colocada.
Déjate impulsar por la cálida estrella, deja que sea el mismo sol el que te meza a su manera, a su velocidad y ritmo. Deja que se coloque detrás de ti y te guíe; a veces es la única forma de seguir andando en línea recta o de tomar las correctas curvas.

martes, 22 de febrero de 2011

Sadness

Lo preveías. Sabías que todo lo que sube baja. Que por muchas rectas, o por muchas bajadas con subidas mayores que hubiese últimamente ibas a acabar cayendo en picado.
Te temías lo peor, y todo ese "peor" ha venido, y ha superado tus expectativas con creces. Has descendido más de lo que creías que podías descender, estás rozando el cero absoluto; la mínima. Estás tan bajo que aunque lo compares con otras veces lo ves infinitamente más doloroso, quizás sea porque no recuerdes bien las otras veces, porque esta es el presente y se vive mucho más. Te muerdes el labio, te lo destrozas, te duelen los ojos de tanto llorar y lo mejor de todo es que no sabes por qué lo estás haciendo. Te sale de dentro, y no hay ningún motivo.
Tampoco hay posibles hechos que lo contrarresten, porque por muy buenos que sean te toca estar así, nada lo va a cambiar. Sabes que tienes por delante unos dos o tres días, quizás uno sólo con mucha suerte. Y rezas por que sea así; ojalá y sea así, sólo un día. Y lo mejor de todo es que tienes que enfrentarte a la realidad, tienes que aparentar perfectamente contento y sin preocupaciones. Tienes que poner toda tu concentración en varias cosas a la vez, y no puedes.
Así que pones la más falsa de tus sonrisas, te limitas a decir que todo va bien y a asentir con la cabeza mientras tus ojos se paran en otras cosas, se fijan en el exterior, en todo lo que te rodea.
No quieres poner a los tuyos tristes, no los quieres preocupar, así que te limitas a hacer esto, día tras día hasta que se te pase, hasta que te vuelvan esas ganas locas de salir a la calle y comerte el mundo de un bocado.

domingo, 20 de febrero de 2011

Moments

¿Cuántas veces te has quedado atónito en algún momento de tu vida? ¿Cuántas veces te ha ocurrido cualquier cosa que te dejase boquiabierto? ¿Cuánto tiempo has estado sin parpadear para no perderte nada de lo que ocurría, para no dejar de mirarle a los ojos, para no dejar de escuchar a la vez que veías cómo movía la boca de esa manera que tanto te gustaba? ¿Has intentado en alguno de esos momentos decir una sola palabra?
Yo sí, y no lo he conseguido. Es ese momento en el que todo se para y sólo tienes ojos y oídos para lo que está ocurriendo. Es cuando pones todos los sentidos en la misma persona. Es cuando empiezas a sentir algo especial, algo que no habías sentido antes y que no pensabas que sentirías. Es ese tipo de sensación que hace palpitar tu corazón, y bien de sobra sabes que no es "amor", que quizás sea algo más, incluso.
Que cuando te habla y te mira, te quedas petrificado, más quieto que una estatua, esperando a que pase algo. Piensas "venga, date prisa, haz algo, te estoy esperando", pero nada, ni se da prisa ni hace nada. Y eso te gusta. Te gusta que te dejen con la miel en los labios porque no necesitas más de esa persona que su atención por unos instantes. Porque sabes que entre vosotros no hay nada más que amistad, y lo ves de lo más perfecto.
Esos momentos en los que se te corta la respiración son los que importan, son a los que te tienes que aferrar.
¡Adelante, hazlo!

sábado, 19 de febrero de 2011

Curioso

¿Qué se siente cuando haces algo que no deberías querer, pero sí querías y deberías sentirte mal, pero no lo haces?
Antes que nada, sonreír lo más que se pueda: estás haciendo algo que quieres y no te arrepientes de ello. Estás haciendo lo que tu razón, o más bien tu corazón, te ordena, y si te sientes feliz así, ¿por qué no vas a mostrarlo a los demás? Es más, ¿quién dice lo que se debe y lo que no se debe querer o hacer? Sólo lo decides tú, y si decides quererlo y hacerlo, así es como ha de ser.
Luego lo vas a ver raro, quizás llegues a verlo hasta normal. Como algo que puedes hacer diariamente y es como antes, como si no hubiese pasado. ¿Pero y si no es así? ¿Y si empiezas a rayarte por eso? Empiezas a pensar que si en esto, que si en lo otro, que si en qué hubiera pasado si no hubiese hecho lo que el instinto me decía, que si en y si lo dejo ahora y que sea lo que dios quiera.
¿Te doy mi consejo? Deja la mente en blanco, no lo pienses a no ser que lo necesites, pon tus cinco sentidos en la acción, sea lo que sea. Disfrútala. Antepón tu necesidad de ser feliz, de sonreír por nada, a todo. Piensa antes en cómo te ves a ti mismo en vez de cómo me verán los demás. Atiende a tu corazón cuando sea necesario, porque sabes que con la razón se puede ir lejos, pero que los sentimientos, los sentimientos van antes que todo conocimiento.

jueves, 17 de febrero de 2011

Fear

"Todo va a ir mal."
Un pensamiento que tenemos que abolir de nuestra cabeza, que exterminar más que a cualquier plaga.
¿No tienes a veces la sensación de que estás yendo durante mucho tiempo cuesta arriba y que, según tus estadísticas y experiencia, no puede durar mucho más?
Tendemos a pensar que todo va a ir mal, que lo raro es que las cosas vayan a ir bien. Tenemos miedo, y tendemos a tenerlo. Los humanos somos así por naturaleza; ¿y qué es el miedo sino el pensar en la posibilidad de que algo puede ir a mal, ir cuesta abajo? Nada; esa es su definición. El miedo nos entristece, y como tontos, lo combatimos con esperanza, sin darnos cuenta de que ésta nos entristece aún más. Tenemos la esperanza de que algo va a salir bien; si sale mal, nos deprimimos, y si sale bien, nos volvemos tan conformistas que el simple hecho de que haya salido un cincuenta por ciento de lo que esperábamos nos hace feliz, ¿y luego qué? Nos deprimimos, no tenemos ilusión.
Vivimos con el miedo en la sangre, como si fuésemos incapaces de vencerlo. Como si no hubiésemos extinguido suficientes cosas; especies y sentimientos, para ponernos a derrotar las peores. ¿Vamos a vivir siempre con miedo? De pequeño a los monstruos que pensábamos que habitaban bajo nuestras camas, creciendo a lo que opinen los demás de nosotros, y de mayores al mundo real; queriendo de nuevo ser esos niños que miraban bajo la cama antes de acostarse.
Y es que todo va a ir como tú elijas que vaya. Para mí, todo va a ir bien a partir de ahora.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Home sweet home

¿A qué le llamamos hogar? ¿Qué se te viene a la cabeza cuando oyes la frase "Hogar dulce hogar"? Seguramente, una casa y un caramelo.
No todo el mundo tiene el mismo concepto de "hogar". Unos lo consideran el simple hecho de vivir en una casa, de dormir y comer en ella. Otros siempre la imaginan como un lugar donde se está calentito, donde te paras frente al televisor o a la chimenea con una taza de té hirviendo en la mano, y una manta envolviéndote de arriba a abajo. Luego están esos, los románticos, que dicen que "un hogar es donde siempre te encuentres tú".
Yo digo que es ese momento, en ese lugar. Ese mismo instante en el que te sientes a gusto contigo mismo y con los que te rodean, sean muchos o ninguno. Ese segundo en el que puedes dar una bocanada de aire estando seguro, en el que sabes de sobra que pase lo que pase todo va a ir bien. Es ese sitio donde, si miras alrededor, todo está pintado como tú quieres que esté, de tus colores favoritos y con la gente que deseas que haya. Es el momento y el lugar adecuado en el que para ti se alinean los astros, todo se vuelve fluido y nada puede cambiarlo, nada lo estropea.
Y ahora, contesta: ¿Con quién te identificas más? ¿Con qué modo de pensar?

martes, 15 de febrero de 2011

Breve, sencillo, cargado de razón.

Una vez, hará lo menos cinco años, me preguntaron por qué era tan feliz, por qué nadie podía quitarme esa sonrisa. Si es que no estaba triste nunca.
¿Tú te acuerdas de cuando nada te deprimía o te quitaba las ganas de vivir? ¿Recuerdas cuando ni pensabas, te limitabas a actuar riendo siempre? Lo piensas y te das cuenta de que eran buenos tiempos, ¿no? Quizás los más alegres de tu vida, sin preocupaciones ni obligaciones. Que con un trozo de papel te divertías, que tenías la imaginación suficiente como para convertirlo en el rey de los reyes, y a su lado dibujar a su amada, a su eterna reina. Que los recortabas, y jugabas con ellos. Y después de éstos venía el caballo, y algún que otro habitante del pueblo, hasta formar así un ejército de muñequitos de papel dibujados a lápiz, o a bolígrafo para los que eran más arriesgados.
Y puedes recordarlos tan fácilmente como cogiendo otra hoja de papel, un lápiz y una goma y poniéndote a hacer círculos sin ton ni son.

domingo, 13 de febrero de 2011

Domingo

"Vas a coger el coche con más ánimo del normal, nunca has tenido tantas ganas de viajar, de salir de tu ciudad un fin de semana para irte a otra por la que nunca antes te habías interesado."
¿Y cuando vuelves? ¿Y cuando recuerdas que en ningún momento, que en ni un sólo segundo del fin de semana se te ha ido la sonrisa de la cara?
Tienes ese típico nudo en la garganta que no te deja gritar, que lo único que produce son lágrimas y que te hace recordar cada vez más a las personas que vas a dejar de ver durante un tiempo porque están lejos. Habías pensado en la ida, en lo bien que te lo ibas a pasar en tan sólo cuarenta y ocho horas, pero no te habías percatado de la vuelta. Quizás pensabas que ibas a estar allí siempre, puede ser.
Deberías de empezar a plantearte más esas cosas, a creerte eso de "nada es para siempre", al "carpe diem" y a todos los típicos. Porque son verdad, porque aprovecharías más el momento si las pensases constantemente. Y bien sabes que no puedes viajar al pasado y decirle eso que creíste apropiado más tarde, darle ese beso de despedida o poner tal cara en la foto.
Ahora te queda nada más que llorar como un idiota, derramar una lágrima por cada kilómetro de distancia entre tus amigos y tú. Te queda hablar con ellos por internet, poner las cámaras y verlo raro, como que sin tocarle la mejilla no tiene tanta gracia, o que el "no tengo mucho tiempo" te hincha las narices. Pero es lo que hay, no se puede tener todo, es lo que toca.
Recuerda bien el fin de semana, porque aunque cada vez que lo hagas corran un par de lágrimas por tus pómulos, vale la pena que sonrías más. Recuerda lo bien que estabas antes de ir, y mientras allí estuviste.
Sonríe por ellos, dedícales la mejor de tus risas, el mejor de tus momentos y de tus alegrías.
Porque sabes que no vas a volver al pasado, pero puedes remediar el presente y construirte un buen futuro; empieza ahora.

viernes, 11 de febrero de 2011

Euforia

Planear un viaje en unas semanas, un viaje que necesitabas desde hacía ya más de un año, y por fin ha llegado. Hoy es el día.

Vas a ver a gente que hacía más de ocho años que no veías, vas a ver a gente que apareció en tu vida como por arte de magia, sin previo aviso, y que significa algo grande para ti. Vas a coger el coche con más ánimo del normal, nunca has tenido tantas ganas de viajar, de salir de tu ciudad un fin de semana para irte a otra por la que nunca antes te habías interesado.

Te plantas delante de un café, e intentas serenarte un poco. Intentas frenar tu corazón, el cual late a una velocidad vertiginosa, cierras los ojos y saboreas el tostado de los granos triturados que han echado en tu taza, acompañados con un poco de leche. Y entonces, al coger el asa de tu café, notas que tiembla. Tiembla más de lo normal.

Estás eufórico, sientes que vas a recordar este día siempre. El día en el que paraste de copiar en una clase porque se te había olvidado escribir. El día en el que vas a ver a tus amigos “de lejos”, el día en el que tu sonrisa se va a salir de tu cara, y mientras escribes esto, anonadado, sonríes sin motivo alguno. Sabes que hoy va a ser diferente, que cuando lleguen las ocho de la tarde te va a dar un vuelco al corazón, va a traspasar tu pecho.

Aún a sabiendas de que has de calmarte, tu pierna no deja de moverse, se producen pequeños saltitos a pesar de que estás sentado. La gente te mira, es normal, deben estar oyendo tu corazón desde la otra punta de la sala. No puedes calmarte, pero esta sensación te gusta. No necesitas más para ser feliz por un momento, no más que pensar en las próximas cuarenta y ocho horas.

Que te digan algo a malas, que te insulten o que te miren de mala manera hoy lo consideras hasta como algo bueno o algo normal. ¿Por qué? Bien lo sabes, hoy no te faltan motivos para gritarle al mundo que estás emocionado, que en cualquier momento puedes ponerte a reír mientras lloras, que hasta quizás lo hagas en el coche, que en el último momento no te lo creas. Porque no te lo crees, no te crees que se vaya a cumplir algo imposible, no te crees que haya personas que a cuatrocientos kilómetros se interesen tanto por verte, no te crees que ya haya llegado, que desde hace un año llevas planeándolo y nunca ha dado frutos.

Pero hoy, amigo mío, es hora de que los recojas, porque es tu día. Y ya puedes imaginar muchos como estos, porque están a punto de llegar. Después de ocho años, hay plantas que germinan.

jueves, 10 de febrero de 2011

Do you like the oceans?

Sientes cómo te sumerges en el fondo del mar, cómo el agua va siendo cada vez más y más fría y cómo ésta te provoca temblores en las extremidades. Sientes que tu cuerpo no pesa, y que a pesar de eso no flota, que te quedas cada vez sin más aire y que vas perdiendo el control. Ves cómo tus manos ya no se mueven, están quietas y descienden contigo. Tienes ganas de que todo acabe, de que te dejen de pitar los oídos y de que tu garganta vuelva a ser tuya y deje de provocar esos ruidos que te pondrían la carne de gallina en otras circunstancias. Haces un esfuerzo por mirar hacia arriba, y notas las tenues luces a lo lejos, las de las farolas de las calles que cada vez se hacen más pequeñas y nebulosas. Ves que no puedes más, que darías todo por hundirte de una vez y pasar a la historia. Sabías que esto no iba a ser fácil.
Y entonces, justo entonces, recuerdas por qué estás ahí. Estás ahí por motivos ajenos, por idioteces, por cosas que no valen la pena y por gente que no te merece. Has cometido la mayor y última estupidez de tu vida. Sabes que los más cercanos te van a echar de menos, y es por ellos por los que intentas quitarte la cadena del pie, nadar hasta la superficie y respirar hondo mientras les abrazas y besas. Pero eso no va a pasar, hoy no es tu mejor día, ni ahora tu mejor momento: te pesan los párpados.
Tratas de no hacerlo, pero los cierras y te sumerges de nuevo, aunque esta vez en un sueño profundo del que nunca vas a despertar.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Duda existencial

Qué somos, a dónde vamos y de dónde venimos son preguntas frecuentes, son ese tipo de información que necesitamos conseguir en algún momento. Es el por qué de nuestra existencia.
Hay gente que se apoya en investigaciones o simples hipótesis científicas, mientras que otros lo hacen en Dios. Pero todos nos hemos puesto a pensar en algún momento sobre lo pequeños que somos para el infinito universo, nos comparamos con una mota de polvo aún a sabiendas de que somos menos que eso, que no hemos tomado la escala correcta.
Sentimos tan grande nuestro propio mundo, nosotros por encima de todo lo demás, que pensar en que somos insignificantes parece un chiste. Somos tan pequeños para el resto que cuando nos sentimos queridos creemos ser los jefes, queremos comernos el mundo, queremos hacerlo todo en un micro-segundo y darnos a conocer; dar a conocer ese pequeño don que tenemos al resto de la humanidad, pensamos en cuánto cambiaríamos el planta con un poquito de poder.
Y entonces es cuando no volvemos a pensar en que no somos ni una mota de polvo para el universo, pero sí un grano de arena para el mundo.
Se necesita compañerismo o mucho coraje estando solo para poder cambiar el mundo, y actualmente no tenemos ninguno de los dos casos.
-¿Qué hago? -te preguntas- Quiero cambiarlo todo, quiero salvar el planeta. ¿Vas a darte tú por vencido? ¿Vas a volverte conformista?
Y yo te digo que no, que no voy a "volverme conformista". ¿No te estás dando cuenta de que ya lo somos?

No sé lo que le parezco al mundo; pero para mí mismo tengo la impresión de ser totalmente como un muchacho jugando a la orilla del mar, y divirtiéndome en encontrar de tanto en tanto un guijarro más liso que los demás, o una concha más hermosa de lo habitual, mientras el gran océano de la verdad se extiende aún por descubrir de mí. Isaac Newton

martes, 8 de febrero de 2011

El amor inspira.

Una vez me dijeron que lo que más inspiraba para escribir o para cualquier otra cosa como componer o dibujar, era el amor.
Que te provoca sensaciones que no sientes con cualquier otra cosa. Que ni un porro, ni esa droga a la que estás enganchado te iba a proporcionar más inspiración que el amar a alguien. Que la sonrisa de esa persona en la que estás pensando constantemente vale más que cualquier minuto tuyo, y que eso te vale para escribirle un poema o una canción. Que la gota que colmaría el vaso sería que te correspondiese, que fueses feliz con ella y que no se te acabase nunca lo que sientes. Que hay muchos motivos por los que escribirle, cantarle y dibujarle algo, pero que cuando encuentras el verdadero no puedes parar. Que te obsesionas con ella, que no hay ni un segundo que no pienses en qué estará haciendo o en con quién estará esta tarde.
Que esos ojos centelleantes son los que mueven a una persona a hacerse famosa por unos versos que le cante. Que el simple hecho de tenerla al lado haga a alguien crear maravillas, increíbles obras de arte nunca antes vistas. Que girar la cabeza y encontrar antes su cara que la pared te den las ganas de vivir cada día. Más y mejor. Que esa persona te haga sentir el Carpe Diem como algo obligatorio, como un regalo.
Pero yo, yo no soy tan ñoña. Simplemente me conformo con que me queden a veces cenizas de donde una vez hubo fuego. Pero la verdad, no me importa.
Hay otras cosas que me inspiran, y por no tener al amor como una de ellas no voy a dejar de vivir, de crear o de sentir.

lunes, 7 de febrero de 2011

Olores, recuerdos, sensaciones.

Esa colonia, ese olor. Evocar tantas sensaciones, tantos momentos alrededor de su cuello, con la nariz pegada para no desperdiciar ni una brizna de la fragancia. De su fragancia personal, de esa mezcla de perfume, tabaco y chicle de menta; como siempre.
Se me removía el estómago cuando le olía, pero no de la mala forma, sino que me daba un vuelco al acordarme de la primera vez que nos vimos, me sonrió y me dio dos besos. Entonces fue cuando me enamoré de lo que acababa de oler, cerré los ojos e inspiré profundamente por la nariz, y cuando los abrí, noté que se había separado y que me estaba mirando con una sonrisa.
Todo lo demás surgió solo. ¿Quedamos?, recuerdo que me dijo, y yo, sumisa a todo lo que él dijera, asentí con una sonrisa en la cara de oreja a oreja. Respondí en mensaje con un Por supuesto, en cinco minutos en la puerta de ... te quiero. En cuanto lo mandé me sentí estúpida, pero me alegró que respondiera Yo también , empecé a arreglarme y en cuanto lo vi esperando, le propiné un gran abrazo que nos dejó a ambos sin respiración por segundos.
Y eso es lo que me recuerda su olor, me dan ganas de gritarle al mundo lo que siento, necesito que él sepa cuánto me importa.
-Ya lo sé. Siempre te pones así, con esa cara, cuando escribes. Piensas que estoy durmiendo. Te crees que estoy roncando, y te huelo. No sólo eres tú la que se enamoró del perfume del otro. No eres la única.
No contesto, prefiero oler su cuello y acurrucarme entre sus brazos, ajena al exterior.

domingo, 6 de febrero de 2011

Dieciséis.

-¿Qué se siente al tener dieciséis?
-Es una sensación extraña -contesté-; como si el mundo se fuese a acabar antes, como si necesitases hacerlo todo de una vez para no dejar nada pendiente. Sientes que hay gente a la que le importas y gente a la que no, sientes que es tu día, que hoy es tu día y que te lo mereces, porque ya van quince años haciendo lo que la gente quería, sin decidir por ti misma o con límites. Ves que estás rodeada de personas que te demuestran diaria o semanalmente lo mucho que te necesitan, que no te están olvidando y que les importas más que otras cosas. Por eso te dedican tiempo. Sientes que hace un día espléndido, lo vas a disfrutar, y mucho. Sientes muchas cosas, ¿sabes? Pero también se siente algo tras tu fiesta de cumpleaños...
-¿Nostalgia, quizás? ¿Pena porque se haya acabado la fiesta? ¿Rencor hacia esos que no te regalaron algo?
-No -reí, cerrando los ojos y asintiendo con la cabeza.
-¿Qué es?
-Dolor de pies.

sábado, 5 de febrero de 2011

Marchar sin esos.

¿Os habéis planteado alguna vez el dejar a alguien? ¿El olvidarle para siempre y nunca más volver a saber de esa persona?
Puede ser que sí, es lo más probable. Pero ¿y si es una persona importante? ¿Qué pasa si es la persona por la que has estado sonriendo toda la vida? ¿Qué pasa si esa persona deja de hablarte, deja de poner interés en ti y tú dejas de saber de su vida, de lo que le ocurre?
¿Vas a sustituirlo? ¿Vas a borrarle de tu vida? Es algo en lo que tienes que pensar, sabes que no va a ser como siempre, que no vas a tenerle ahí para todo, para cualquier chorrada o cualquier memez que necesites en un determinado momento.
Sabes que las horas se van a pasar mucho más lentas, que vas a odiarle por no preguntarte o decirte cualquier chorrada. Sabes incluso que por el simple hecho de que no te escuche, y más cuando estás mal, vas a guardarle rencor. Y alguna vez tendrás que explotar, porque todo tiene sus límites, y si esa persona los roza hasta sobrepasarlos, no hay más.
Eso es todo. Ahí acaba.
Y es que parece muy duro decirle a alguien que sigues para delante sin él, pero hay gente que se lo merece.
Entonces has de pensar; pregúntate: ¿puedes prescindir de esa persona?

No.

jueves, 3 de febrero de 2011

Empezar.

-Plantéatelo,-dejó de hablar para tomar aire y decir:- empieza de cero.
-¿Cómo quieres que lo piense si quiera? Pretendes que olvide y haga borrón y cuenta nueva, sin darme nada a cambio, ni si quiera la seguridad en ti mismo que esto va a salir bien, que me va a ser rentable y que siempre voy a tener una sonrisa en la cara. Tampoco me prometes que vas a estar a mi lado pase lo que pase, en todo momento.
-Sabes que no puedo prometerte cosas, sabes que no puedo decirte que todo va a ser de rosas o que voy a estar detrás de ti por si te caes, porque quizás haya sido yo el que te ha puesto la zancadilla, a veces los más cercanos lo hacen.
-Mucho mejor, ahora no puedo confiar ni en mi sombra -casi eché a llorar, pero me contuve y aligeré el paso-. ¿Qué hago entonces?
-Empieza una nueva vida, de incógnito. Que nadie sepa que eres tú. Que nadie te conozca ni te señale por la calle. Lo mantendremos en secreto, ¿de acuerdo? -y sonrió, justo antes de propinarme un beso.

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