Hoy, seis de
febrero de 2014, día de mi decimonoveno cumpleaños, quería hablaros de cómo van
las cosas en España.
Estaba
mirando esta red social y me topé con este enlace, muy recomendable, por
cierto: http://abortolibre.blogspot.com.es/2014/02/carta-de-una-joven-embarazada-gallardon.html
No me bastó
con leer el post entero, sino que me puse a mirar comentarios para ver cómo una
mujer joven era NO APOYADA, SINO ABUCHEADA por supuestos “izquierdistas” pero
defensores de los derechos de un feto que ni piensa, ni siente, ni vive.
Y aquí es
cuando unos de vosotros, antiabortistas, dejáis de leer o seguís haciéndolo
para mofaros de mis ideales (y que sepáis que no me importa, cada uno es libre
de pensar lo que le salga de la mente) y otros de vosotros, defensores de la
mujer, seguís leyendo y quizás, apoyando algunos de mis puntos de vista.
Muy bien, pues comienzo:
Supongo que sabréis que al señor ministro de justicia
se le ocurrió un plan genial para subir la natalidad española en poco tiempo
(aunque aumente la mortalidad de mujeres españolas embarazadas), y si no lo
sabéis, os comento: El señor quiere PROHIBIR el aborto a aquellas mujeres
(porque, por si no es obvio, un hombre no se puede quedar embarazado y, por
tanto, tampoco abortar) que no cumplan uno de los siguientes requisitos: a)
Haber sido violadas y que ese bebé sea del violador, o b) Que su salud física o
psíquica esté en riesgo. Esto último quiere decir que la salud psicológica de
las personas nos la pasamos por el forro de la constitución, como muchas otras
cosas. Así, si una mujer quisiera abortar tendría que ser valorada por
psiquiatras y ser diagnosticada alguna enfermedad mental o síndrome, ya no una
simple terapia que ayudaría a dicha mujer a enfrentarse mejor a la realidad que
le toca vivir. Con esto no quiero decir que no se necesite la ayuda de estos
especialistas, sino que se está apuntando demasiado alto y peligrosamente a la
hora de ayudar a mejorar la calidad mental de las personas.
De esta manera, las mujeres que no consigan dicho
papel que las condene a un síndrome inventado, porque la mayoría de ellas se
encuentran en perfecto estado mental, tendrán dos opciones: a) Salir de España
pitando y someterse a un aborto en algún otro país donde no esté prohibido, o
b) Someterse a la clandestinidad de clinicuchas
ilegales donde estará en peligro (ahora sí) su salud física (sin hablar de la
mental). Así, las mujeres ricas optarán por la primera alternativa, y las que
no puedan pagarse el viaje y la clínica, verán su vida pasar detrás de unas
cortinas viejas y desgastadas y frente a un doctor que estará más pendiente de
quién llama a la puerta y de si las persianas están bajadas que de lo que está
practicando.
Pongámonos en la situación: Si una mujer se plantea
abortar, ya es algo importante. Sólo el planteamiento ya viene dado por la duda
del futuro no sólo del niño, sino de la madre y familia, y una duda es una duda
indudablemente, no se puede obviar. Una mujer que aborte llevará esa carga
durante toda su vida, ¿de verdad queremos ponérselo más difícil? ¿de verdad
queremos que viva con más peso sobre sus hombros del que le toca por tener dos
cromosomas equis y no uno Y?
To be continued...
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