viernes, 24 de junio de 2011

Hypnosis (III)

Entré; hice mi solo. Sólo se me oía a mí, y de fondo los gritos de muchas fans y algún que otro chico gritando mi nombre como locos, sobretodo ellas diciendo que me querían y que querían un hijo mío. Cada vez que oía esto último sonreía un poco, levantando una sola comisura -la derecha-, y seguía con lo mío.
Me encantaba esa sensación, nunca antes me había sentido así, y era en parte por esas perfectas pastillas redonditas, las azules; en eso Josh tenía toda la razón y más: le había dado la vuelta a todo en un momento sólo con hacerme tragar unas cuantas, aunque yo, desconfiado, me había tragado toda la puta bolsa.
Cada vez me subía más el colocón, y todo se hacía mejor que antes, más y más definido y potenciado. Parecía que incluso las cosas tenían una silueta bordeada con rotulador negro permanente. Me gustaba.
Los cañones volvieron a echar humo justo cuando me tocaba hacer la parte gutural de la canción, fue, literalmente, la hostia. Tyler me miraba de reojo y sonreía descaradamente, como si eso fuera un signo de aprobación, de que lo estaba haciendo bien.
Yo ya sabía que lo estaba haciendo bien, no había más que mirar a la gente que había en primera fila, que estiraban los brazos para poder tocarme aunque fuese un pie, y con eso estallarían de alegría.
Dejé de tocar la guitarra, estaba bastante cansado cantando, y Ethan empezó a tocar creyéndose el rey del mundo, sacando la lengua e inclinando la cabeza hacia abajo, mirando la guitarra y de vez en cuando a los de delante suyo. De vez en cuando estaba bien dejarle a su aire, crecía bastante, pero cuando lo hacías demasiado se creía el que más, y eso apestaba.
Me quité la guitarra de encima, estaba sudando, así que me saqué la camiseta y la tiré a la que más gritaba, y, si no recuerdo mal, se puso a llorar de la emoción. Pensé que se marearía y caería al suelo, pero luego caí en la cuenta de que era imposible que se cayese al suelo, no podía de la gente que había en las primeras filas.
Me pareció increíble cómo se había llenado el concierto, estaba a rebosar, y recordé lo que Kattie nos había dicho pocas semanas, quizás un mes y medio o dos, después de sacar a la venta las entradas: que se habían agotado. Las sacamos a la venta tres o cuatro meses antes del concierto, y a los dos meses ya no quedaban. Nos pusimos a saltar todos de la emoción en ese momento.
Volví a coger la guitarra, y con Tyler a mi lado y Josh dándolo todo al final del escenario, acabamos la primera canción y Josh nos introdujo a otra a los cinco segundos del final de mi presentación. Mientras hablaba, no se oía ni un grito, todo en silencio menos yo. Me adoraban, y yo lo notaba.
Empecé a notar que algo iba mal, sudaba mucho, y me estaba mareando, pero aún así, seguí tocando. La cosa empezó a ser más rara y complicada de lo habitual cuando me tambaleé con la guitarra y di un paso muy cerca del borde del escenario. Estaba a punto de caerme de bruces, y las cosas empezaron a hacerse más confusas y borrosas.

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