miércoles, 22 de junio de 2011

Hypnosis (II)

No sentí nada en unos cinco minutos.
-Josh, ¿quién coño te ha vendido esto? Te habrá costado una pasta y no hace una mierda.
-Cállate, idiota -me dijo mientras alzaba una mano hacia mí-. Esto hace, y bastante... tú tranquilo.
No estaba tranquilo, ni pretendía estarlo, así que me di la vuelta, saqué de nuevo la bolsita, vacié todas las pastillas que quedaban -unas nueve o así- en mi mano y me las eché a la boca de golpe.
Pasaron otros cinco minutos, y empecé a sentir, supuse, el efecto de las dos míseras pastillas que me había tomado antes con Josh.
-Al escenario, chicos -dijo Kattie con una enorme sonrisa en la cara. Estaba contenta. Se le notaba. Sabía que en este concierto íbamos a alcanzar la fama total, HYPNOSIS sería totalmente conocido, y así empezaríamos a viajar no sólo por alguna parte de Estados Unidos, sino por toda América, Europa e incluso Asia si todo iba como habíamos previsto.
Todos lo sentíamos, pero en especial mi amigo Josh y yo, íbamos muy, pero que muy colocados. Yo sobretodo, me había metido todas las pastillas que tenía: todas a la vez.
Ahora sí, me sentía más vivo que nunca, y eso era ya bastante difícil. No volaba, pero veía todo como por debajo de mí, me sentía dios. Veía todo muy claro, los colores eran nítidos, potenciados al máximo. Un rojo normal daba miedo, parecía fuego, e incluso quemaba a veces en los ojos. Pensé en que si todos viesen así la guitarra de Ethan, que incluso tenía fuego grabado en la chapa, seríamos legendarios, los mejores, y haríamos historia.
Empezamos a subir escaleras hasta el stage, nos colocamos y nos miramos todos una vez.
-Son nuestros -dijo Tyler al oír a las fans gritando histéricas nuestros nombres. Al oír el suyo se puso a saludar como un completo payaso, eso sí, cerciorándose antes de que el telón estaba completamente bajado. Nos reímos un poco de él hasta que paró. Pero paramos en cuanto notamos que el concierto iba a empezar en dos minutos muy cortos.
El humo salía ya de los cañones, y el telón empezó a subir lentamente, y cuanto más subía, más gritaba el público. Era perfecto.
Cuando aún ni se nos veían las rodillas, comenzamos a tocar. Era la mejor canción que había escrito para el grupo, y la más nueva. La gente se calló de repente, y sólo se nos oía a nosotros. No sabía si era verdad, o el efecto de las drogas, pero de todos modos, me gustaba. Entonces, cuando ya había subido del todo el telón y se nos veían completamente las caras, empezaron a chillar como locos otra vez. Algunos cantaban, otros no podían porque estaban, supuse, demasiado emocionados y no podían hacer otra cosa que gritar. Pero nadie, ni una sola persona que estaba de pie frente a nosotros en aquel concierto, estaba quieta.
"Londres" pensé, Cada vez lo veía más cerca, y la idea de tocar allí me alucinaba, me dejaba sin palabras, sin voz incluso para cantar. Pero esa era mi entrada con la guitarra, y no iba a fallarle a mi grupo por pensar en una ciudad inglesa.

2 comentarios:

Licencia Creative Commons
Este obra de Ana Gracia Martínez está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.