jueves, 25 de agosto de 2011

Serrat.

Recuerdo una infancia llena de sus canciones, de Mediterráneos y de Libertades, y todo gracias a una persona que ponía sus vinilos siempre en el tocadiscos, y luego me tapaba con una manta para que no cogiese frío cuando me quedaba durmiendo en el sofá del salón.
Una persona que siempre me apoya, y con la que sé que siempre cuento.
Hasta ahora, Joan Manuel Serrat se había limitado a enamorarme con la canción de Princesa y a animarme con la de Hoy Puede Ser Un Gran Día, que son preciosas. Pero hace poco escuché una aún mejor en cuanto a los dos aspectos, y eso ya me parecía imposible.





No escojas sólo una parte,
tómame como me doy,
entero y tal como soy,
no vayas a equivocarte.

Soy sinceramente tuyo,
pero no quiero, mi amor,
ir por tu vida de visita,
vestido para la ocasión.
Preferiría con el tiempo
reconocerme sin rubor.

Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.

Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio.

Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado.

No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien,
ni que me suba a un taburete
si quieres, probaré a crecer.
Es insufrible ver que lloras
y yo no tengo nada que hacer.

Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés,
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.

Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio.


Gracias por saber sacarme una sonrisa a la vez que una lágrima.

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