Hace mucho, mucho tiempo que no me pongo a escribir algo
serio, pero no me arrepiento de ello, tal y como él me ha enseñado. Y es que si algo de tiempo me sobra estos días y
desde que llegué a Torquay, se lo
dedico a él, que se lo merece. Si tuviera que enumerar todo lo que F se merece,
podría hacer aquí una lista de tropecientas páginas y nadie salvo él con una
sonrisa de confusión lo leería. Bueno, él… y yo.
El caso es que hoy hace seis meses que empecé una nueva vida
junto a esa persona que tanto me ha cambiado (siempre para bien), que me roba
las contraseñas y publica en este blog, que me llena de besos, abrazos y
caricias (y cómo no, dentro de esta sección se encuentra el que me “rasque de repelús”),
que me mata y me emboba con cada sonrisa, con cada mirada y con cada vez que se
acerca a mi oído para decirme que me quiere. Es esa persona que me hace no
escribir, y que cuando escribo sea sobre él, o sobre futuros con él. Es F.
Si me pusiera a escribir cómo es… seguramente empezaría por
decir que mide metro noventa y pico y que está tan delgado que de lado se
vuelve invisible. ¿Que por qué empezaría por el físico? Para que os lo
imaginéis. Tiene el pelo precioso, con su color natural entre castaño claro y
rubio oscuro, con esas ondulaciones que le llegan ya hasta mitad de la espalda
que hacen estremecerse a cualquier peluquero. A cualquier peluquero… y a mí. ¿Y
a quién no? Pues a Ana, su madre, que se empeña pese a la grandiosidad de su
melena en que se lo corte mucho. Muchísimo. Demasiado, para nuestro gusto.
Me voy por las ramas. ¿Que cómo viste? Bueno, es un chico
P&B, tiene buen corte y sus camisetas no están mal. Dadle más tiempo, y
veréis. Su personalidad… no tiene límites. Creo que ni tiene principio. Toca la
guitarra como el que mejor, tiene buen gusto de música (si estás leyendo esto y
no tienes ni idea de la música que me gusta, pues más o menos; rock), es
educado y cortante, sabio y modesto, rudo y perspicaz. Lo tiene todo, y por eso
me atrae.
El caso es que si tenéis quejas sobre mi blog últimamente,
os entiendo, sea quien sea que siga leyendo este blog, porque F me hace
dedicarle tanto tiempo que no me apetece ni escribir medio párrafo, tengo
inspiración pero no puedo ponerle palabras.
Y así van seis meses ya, medio año, sin escribir nada
productivo aquí. Y es posible que con esta entrada se cierre mi blog, con una
entrada de amor. Y si no se cierra, escribiré poco, o no demasiado. No sé lo
que voy a comer mañana, así que no me preguntéis cuánto voy a escribir aquí. Sólo
quiero felicitarnos el medio año.
Siéntete querido, F. Siéntete amado, porque lo estás.
Ana
Gracia Martínez Vergara