domingo, 3 de abril de 2011

Farewell (II)

  Volvía de una fiesta. Bolso colgando de mala manera, tacones en mano, pies descalzos, nivel de sueño alto, pero maquillaje y peinado intactos. Dejó los zapatos al lado del felpudo, intentando sacar las llaves del bolso sin fondo que llevaba en el brazo izquierdo. Intentando entrar a casa haciendo el menor ruido posible, le sonó el móvil. Era él. Hacía cinco días que ella le había dicho adiós.
-¿Sí? aún tenía en el móvil su nombre guardado con un corazón.
-Te quiero, Lú y colgó.
  Luna se quedó petrificada. ¿Qué hacer? No se le ocurrió otra cosa que no entrar a casa, pasar de lo que le había dicho su padre de recogerse no más tarde de las tres. Se puso los tacones y cogió su moto, la cual guardaba en el garaje, con el fin de presentarse en la casa de su ex novio, en la otra punta de la ciudad. Sacó el móvil y le llamó.
-¿Dónde estás?
-Pues en mi piso, ¿dónde si no?
  Sin colgarle, quedándose en silencio, sacó las llaves que tenía del piso, y abrió la puerta. Esas llaves se las había dado hacía mucho, hacía por lo menos año y medio, desde que él se mudó y dejó de vivir con sus padres para estudiar en la ciudad.
-¿Berto? gritó él, y Luna lo oyó desde dentro del piso y desde el móvil.
  Taconeó hasta la habitación de su ex, plantándose delante de su cara. Dejó el casco donde siempre lo hacía, en su escritorio. Él iba sin camiseta, sólo en ropa interior. Fue a hablar, pero ella le cortó.
-Mira, sé que me vas a preguntar que por qué hago esto, que qué estoy haciendo aquí y que por qué he venido a estas horas de la tarde. Y el caso es que ni yo lo sé. Sólo sé que estoy aquí parada como una idiota, que se ha puesto a chispear y que me he mojado el vestido. Que he aparcado mal la moto, y que aún tengo tus llaves. Que me van a echar la bronca del siglo cuando llegue a mi casa, porque ya son las tres y cuarto, y ya conoces a mis padres. Sólo sé eso, eso y que tu llamada me ha dejado confundida.
-Más confundido me quedé yo el lunes, ¿no crees?
-No. Pasaste de mi cara cuando te grité que te quería.
-¿Lo hiciste? No te oí. Llevaba la música... para no pensar, ya sabes cómo soy.
-Sí, sí lo hice. Y deberíamos hablar sobre algo que hace tiempo que trato decirte...

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