lunes, 2 de mayo de 2011

La vie en rose.

-¿Cómo se explica algo que estás viviendo, que es insufrible e incomprensible, a otra persona que no lo haya vivido nunca? ¿Cómo se describen los sentimientos cuando lo único que sientes es ira, frustración, impotencia y ganas de llorar? ¿Cómo decirlo si no es entre sollozos, o cómo escribirlo con los ojos llenos de lágrimas y sin poder abrirlos a penas de tanto llorar? -Paró un momento, vio que él no iba a contestar, por nada del mundo, así que siguió hablando ella- No lo sé, así que dímelo tú.
Últimamente me cuesta más sonreír de lo normal, ¿sabes? No sé lo que me pasa, no es como otras veces. Hacía meses que no me ponía así, y yo pensaba que ya estaba todo solucionado, que lo había enterrado bien. Pero tras la tierra, había una trampa oculta, y se ve que ha saltado. Y no puedo estar más así, porque me quita las ganas de todo, se come la ilusión que hace pocas semanas tenía, se come mis ganas de vivir, mis ganas de todo. Esto me puede.
-Si piensas así obviamente se comerá tus ganas de todo, tus ilusiones, esas miradas tuyas y tus sonrisas. Pero tranquila, que no sólo se comerá eso, te comerá a ti. Dejarás de ser lo que eres. Vas a ser un zombie andante como no empieces a cambiar, como no te pongas las gafas y veas las cosas con claridad.
-Y me pongo las gafas, ¿no lo ves? Estoy siendo realista, no me digas que me he subido a una parra, y de ahí no bajo nunca. Porque si algo hago, es ponerme las gafas que a mí se acomodan, ¿o piensas que me voy a poner las de cristales tintados para ver la vida en rosa?
-Pues, cariño -hizo una pausa-, a veces hace falta ponerse ese tipo de gafas para poder ver más allá de tus pies. Y para secarte las lágrimas un pañuelo que recoja más agua que cualquier cubo del mundo. Y para sacarte a la calle, para devolverte la alegría y la sonrisa, tu gente. Y te hace falta más que nunca.
-Con un mitin creo que no vas a hacer nada -dijo mirando al suelo.
-Con un mitin quizás no, pero pienso conseguirlo con hechos, a partir de YA. ¿Te vienes a la heladería? -preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

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