domingo, 13 de marzo de 2011

Goodbye.

  A nadie nos gustan las despedidas, ¿verdad?
  Siempre las consideramos horribles, cargadas de sentimientos negativos y con una cara triste. ¿Por qué? Porque nos gusta tener a esas personas cerca, porque echar de menos nunca nos ha parecido algo bonito.
  Hay gente a la que aprecias, y si está lejos o te es difícil verla, todo se vuelve de un color grisáceo cuando se van, o cuando te vas. Pero siempre te queda ese regustillo dulce en la boca de haber pasado tantos momentos con ellos, aunque sepas que quizás no los vuelvas a ver en seis meses, aunque siempre puedes rezar por que todo salga bien y porque los veas antes de lo esperado. Y en realidad, es ese regustillo el que te hace sonreír un día después, aunque con cara de nostalgia, recordarlo todo en un momento y reírte por ese chiste que te contaron, o por ese comentario que hizo. O, mejor aún, por ese golpe que se llevó cuando dijo algo inapropiado o simplemente porque te apetecía pegarle.
  Y, al fin y al cabo, sabes que lo vas a echar de menos, pero no por eso hay que estar triste, no por eso hay que quebrarse la cabeza. Hay que darle tiempo al tiempo, espérate a cumplir los diecisiete, o a irte a dormir a casa de tu mejor amiga, o a que pase un año de cuando conociste a alguien importante.

Siempre quedará mirar todo por el lado positivo y pensar:
"Me estoy engañando porque no es una despedida normal, no es un adiós.
Es un simple hasta luego"

1 comentario:

  1. me ha encantado tu blog, te sigo!
    pásate por el mio :) http://losuenosehacenrealidad.blogspot.com/

    ResponderEliminar

Licencia Creative Commons
Este obra de Ana Gracia Martínez está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.