Voy a ir al grano, nada de miramientos: Cuento historias, reales o no, ficticias o vividas por mí misma, imaginadas al detalle o captadas con mis cinco sentidos. Pero siguen siendo historias. Dales poca o mucha importancia, pero no te olvides de dejarme relámpagos.
lunes, 28 de febrero de 2011
Endless
domingo, 27 de febrero de 2011
You deserve it ♥
-Espérame aquí –me dijo.
Y, como era una orden, yo esperé sentada, en su silla. Me puse a pensar en cómo habíamos llegado a esa situación, en cómo habíamos llegado a ser tan amigos. En cuándo y por qué habíamos acabado por compartir tanto, por hablar día a día y por ser íntimos. Me quebraba la cabeza con cada frase que decía, intentaba darle vueltas por todos lados, hacer esa idea reversible para sacarle el mayor jugo de información posible. Había noches que me quedaba sin dormir, pensando en eso que me había dicho hacía horas por teléfono, o en eso que me había escrito en la pared de mi perfil. O quizás en eso que pensaba que podría haberle dicho en ese preciso momento, en lugar de poner una carita feliz dando fin a la conversación.
Los minutos pasaban y él no venía, pero no iba a ir a buscarle, porque estábamos en su casa, y yo, concretamente, en su habitación sola, sin televisor encendido, ni radio, ni iPod. Era difícil aburrirse ahí; podía coger uno de sus libros, quizás cotillear en todos sus cajones, o fijarme en el color de las paredes y en cómo estaba decorada la estancia. Pero no, yo me aburría. Quizás era porque todas esas pequeñas cosas ya las había hecho anteriormente en algún momento, aunque él estuviera en la habitación y el iPod, la tele y la radio estuvieran enchufados a la vez dejando la sala llena de ruidos molestos.
Al rato vino, con una camisa negra que antes no llevaba puesta, me tapó los ojos y me llevó a tientas por varias habitaciones hasta que llegamos a la terraza.
-¿Y esto? -pregunté.
-¿Esto? -miró a la ciudad, tranquila, vacía, oscura pero iluminada y silenciosa- Esto te lo mereces, ¿no?
Y suavemente, presionó sus labios contra los míos, no dejando correr entre ellos ni el más mínimo soplo de aire.
sábado, 26 de febrero de 2011
Everything is possible
miércoles, 23 de febrero de 2011
Magic sun
martes, 22 de febrero de 2011
Sadness
domingo, 20 de febrero de 2011
Moments
sábado, 19 de febrero de 2011
Curioso
jueves, 17 de febrero de 2011
Fear
miércoles, 16 de febrero de 2011
Home sweet home
martes, 15 de febrero de 2011
Breve, sencillo, cargado de razón.
domingo, 13 de febrero de 2011
Domingo
viernes, 11 de febrero de 2011
Euforia
Planear un viaje en unas semanas, un viaje que necesitabas desde hacía ya más de un año, y por fin ha llegado. Hoy es el día.
Vas a ver a gente que hacía más de ocho años que no veías, vas a ver a gente que apareció en tu vida como por arte de magia, sin previo aviso, y que significa algo grande para ti. Vas a coger el coche con más ánimo del normal, nunca has tenido tantas ganas de viajar, de salir de tu ciudad un fin de semana para irte a otra por la que nunca antes te habías interesado.
Te plantas delante de un café, e intentas serenarte un poco. Intentas frenar tu corazón, el cual late a una velocidad vertiginosa, cierras los ojos y saboreas el tostado de los granos triturados que han echado en tu taza, acompañados con un poco de leche. Y entonces, al coger el asa de tu café, notas que tiembla. Tiembla más de lo normal.
Estás eufórico, sientes que vas a recordar este día siempre. El día en el que paraste de copiar en una clase porque se te había olvidado escribir. El día en el que vas a ver a tus amigos “de lejos”, el día en el que tu sonrisa se va a salir de tu cara, y mientras escribes esto, anonadado, sonríes sin motivo alguno. Sabes que hoy va a ser diferente, que cuando lleguen las ocho de la tarde te va a dar un vuelco al corazón, va a traspasar tu pecho.
Aún a sabiendas de que has de calmarte, tu pierna no deja de moverse, se producen pequeños saltitos a pesar de que estás sentado. La gente te mira, es normal, deben estar oyendo tu corazón desde la otra punta de la sala. No puedes calmarte, pero esta sensación te gusta. No necesitas más para ser feliz por un momento, no más que pensar en las próximas cuarenta y ocho horas.
Que te digan algo a malas, que te insulten o que te miren de mala manera hoy lo consideras hasta como algo bueno o algo normal. ¿Por qué? Bien lo sabes, hoy no te faltan motivos para gritarle al mundo que estás emocionado, que en cualquier momento puedes ponerte a reír mientras lloras, que hasta quizás lo hagas en el coche, que en el último momento no te lo creas. Porque no te lo crees, no te crees que se vaya a cumplir algo imposible, no te crees que haya personas que a cuatrocientos kilómetros se interesen tanto por verte, no te crees que ya haya llegado, que desde hace un año llevas planeándolo y nunca ha dado frutos.
Pero hoy, amigo mío, es hora de que los recojas, porque es tu día. Y ya puedes imaginar muchos como estos, porque están a punto de llegar. Después de ocho años, hay plantas que germinan.